24 November 2012

¿Para cuándo el carnet de votante?


Votar es un derecho, no una obligación, pero el futuro de un país acaba siendo decidido por todos sus votantes. ¿Por qué puede votar todo el mundo? ¿Por qué valen lo mismo todos los votos? ¿Para cuándo un carnet de votante?

Para casi todas las cosas donde nuestra actuación se mezcla con las de los demás y puede afectar a la sociedad, se exige un certificado de aptitud, o al menos de entendimiento mínimo. Me explico. No ya sólo es que obliguemos a cualquier profesional a demostrar su valía o, como mínimo a haber entendido las bases de sus disciplinas, sino que lo hacemos para otros ámbitos muchísimo más sencillos.

No sólo los cocineros, sino un monitor de campamentos o alguien que promociona quesos en un stand debe sacarse (y renovarse periódicamente) el carnet de manipulador de alimentos. ¿Por qué? Porque no podemos correr el riesgo de asumir, por fácil y razonable que sea, que todo el mundo tiene unos mínimos de higiene. El resultado de asumir eso puede ser catastrófico. Basta haber visitado determinadas casas o haber visto el programa "pesadilla en la cocina" para saber lo que hay. Y eso incluso gente con el carnet de manipulador de alimentos. ¿Qué pasaría sin él?

Pero no ocurre sólo con algo tan específico y grave como la salud. También en la mera convivencia se exigen ciertos mínimos. Por ejemplo, quien conduce debe conocer las normas y entender cómo se conduce un coche, y demostrar que puede hacerlo sin causar grandes destrozos ni alterar gravemente la circulación el día del examen. De nuevo no es que eso garantice mucho, pero sí unos mínimos.

Entonces, ¿por qué se puede votar sin conocer cómo funciona el sistema electoral?, ¿sin conocer cuál es la función del parlamento?, ¿sin conocer qué es la Constitución y cómo se organizan las autonomías?, ¿sin siquiera conocer los programas de los partidos políticos?, ¿sin conocer cómo podemos afectar a los demás con nuestro voto?

¿No les parece curioso (por no decir sospechosos) que en un estado con tanta protección y regulación como el nuestro, en el que para cada paso necesitamos trámites, burocracia y firmas hasta del rey, no se exija absolutamente nada a la hora de votar?

¿Acaso no es el voto un arma poderosísima, con la que se puede (o debería) cambiar el futuro de un país? ¿Algo que no se debería dejar en manos de cualquiera?

Al dejarlo en manos del que ni siquiera se informa (ni quiere) de qué es un voto y para qué sirve, qué implicaciones tiene, etcétera, estamos convirtiendo la política en un escaparate. En ese neoliberalismo y capitalismo que tanto se critica, donde todo vale y no hay control alguno. Donde no gana el programa político más sensato, sino el que mejor equipo de marketing tiene. Ese equipo conoce al público al dedillo, que conoce las estrategias psicológicas más habituales para persuadir y para colocar y vender productos que la gente no necesita. O cómo manipular la verdad para tocar temas que llegan muy adentro y ante los que la gente reacciona instintivamente como una fiera.

Porque, ¿cuánta gente acaba votando a un partido u otro porque el líder es más guapo o más convincente? ¿o para evitar enemigos y amenazas que no existen? O, lo contrario, ¿cuánta gente deja de votar a un partido porque entre sus líderes se encuentra alguien sobre el que pesan leyendas urbanas y chascarrillos, a pesar de no saber nada acerca de su ideología o propuestas?

Como en el carnet de manipulador de alimentos, cuando nos jugamos mucho es más razonable y seguro asumir que la gente no sabe nada mientras no demuestre lo contrario. De esa manera, el que ya lo sabe, no tiene problemas, y el que no, poco le cuesta aprenderlo (demostrando, de paso, que quiere implicarse). Lo hacemos en todos los ámbitos donde se pueden correr riesgos serios asumiendo demasiadas cosas. ¿Por qué no a la hora de votar?

¿No es suficiente con lo que se incluye en los curriculums de la educación obligatoria? Pues mire, desde el momento en el que hay 17 curriculums con 17 interpretaciones posibles, añadido a la que da cada profesor con su sagrada "libertad de cátedra", no, no es suficiente con la educación obligatoria. Lo que es y cómo funciona el sistema político o sus implicaciones no puede dejarse abierto a interpretaciones, mucho menos del profesor de turno a solas en un aula de mentes completamente manipulables. Además esas cosas se olvidan y son aburridísimos ¿a cuántos jóvenes conocen que les interesaran esos temas en edad de escolarización obligatoria?

Mientras no se exijan unos mínimos, garantizados por quien tenga el carnet de votante, nuestra política, votos y forma de enfocarla no dejará de ser algo parecido a un "salsa rosa" o cómo se llamen ahora esos programas donde se junta a una panda de gente a soltar lo primero que se le viene a la cabeza, y el que más pasiones despierta es el que más grita o la que más enseña el escote.

En otros países, al menos, no se asume que todo el mundo va a votar, sino que se exige que quien quiera votar se registre primero. No es la panacea, pero algo es algo: al menos quien quiere votar debe mostrar interés en hacerlo.

Aquí no es sólo a quién dirigido el voto. El mero hecho de ir a votar depende, para muchos, de si ese domingo les pilla en casa, y de si hace buen tiempo o no. Quiero decir, que no se sorprendan de lo que tenemos.  ¿Para cuándo el carnet de votante?

Es más, ¿a dónde acude en estos momentos un ciudadano y dónde obtiene un documento breve, veraz, sencillo, preciso, escrito para todos los públicos, para aprender lo que debe aprender a la hora de votar? Y, por favor, no me remitan a la visita 3D de la nueva web del Senado.

Saludos.

2 comments:

Gellego Rey said...

Te dejo aquí este comentario para que sepas que he utilizado este artículo a modo de información para este otro mío que, si bien no tienen nada que ver el uno con el otro, complementa al mío a modo de referencia en una opinión en concreto: http://gallegorey.wordpress.com/2013/01/10/la-huelga-sanitaria-otro-cuento-chino-ii/

Betawriter said...

Muchas gracias por el apunte.

Puedes citar y enlazar cuanto quieras sin necesidad de mencionar mi blog, mi autoría ni dejar comentarios, ¡faltaría más! Los enlaces ya son una cita al original.

El tema de la atribución de autor y demás es sólo en casos de que el post sea un copy-paste conceptual o textual de todo o parte del post.

Saludos y gracias por los comentarios positivos que has dejado en tu blog.