14 September 2012

Adios, Cataluña


Interesantísima la entrevista a Roberto Augusto–autor de "El nacionalismo... ¡vaya timo!"–disponible aquí. Cuando le preguntan por la manifestación del otro día en Barcelona, responde esencialmente con la misma idea que aquí se expuso en el último post.

He sentido una profunda tristeza viendo esta manifestación por televisión. Hubiera sido una gran ocasión para manifestarse por los recortes en sanidad y en educación, por la degradación de nuestros servicios públicos, por el empobrecimiento generalizado de las clases medias y de aquellos que realmente sufren, mientras unos pocos ganan cada vez más. Sin embargo, en vez de reunirse para protestar por lo que es importante, un grupo tan numeroso de gente prefiere envolverse en una bandera y defender un discurso lleno de odio y de rencor hacia “Espanya”, la supuesta causante de la mayoría de sus males. Es mucho más fácil echarle la culpa a los demás y no asumir la plena responsabilidad de tus errores. Los nacionalistas catalanes han creado un ideal llamado independencia que parece que solucionará todos sus problemas. Una utopía casi imposible de lograr en el actual marco legal, pero que sirve a muchos políticos e intelectuales catalanes para seguir alimentando un discurso de la confrontación que les da importantes réditos electorales y económicos. Que tantas personas se dediquen a adorar a una nación que solo existe en su imaginación (la Cataluña real poco tiene que ver con la “Catalunya” nacionalista) es una prueba evidente de la profunda irracionalidad en la que vive gran parte de la especie humana. Los problemas que generan las falsas divisiones que crea nuestra mente en naciones, razas, religiones o etnias no se solucionan profundizando más en esas divisiones, creando nuevos Estados, es decir, más fronteras y barreras que antes no existían. Esa dialéctica de la confrontación solo puede ser superada siendo plenamente conscientes de la unidad de la especie humana, de que “los otros” son también como yo y de que juntos debemos construir un futuro mejor para todos.

Aunque siendo esencialmente lo mismo que comentaba yo, recuerden que yo iba más allá. Los nacionalismos, especialmente los periféricos, han conseguido lo mismo que quienes maltratan a su pareja: que los engañados/maltratados/vejados sean los primeros que los defiendan y justifiquen.

En Cataluña los políticos y su gestión han provocado que se haya dejado de pagar a hospitales y centros concertados, han implantado el euro por receta, cobran por llevarse el tupper con la comida (más de lo que cuesta la propia comida), han puesto cuotas al papel higiénico a los colegios públicos (a la vez que tarifa plana para el agua embotellada de los políticos), y un largo etcétera. Una situación completamente lamentable, pero el rebaño, encantado y los medios sacando a un Artur Mas reluciente hablando de "la necesidad de estructuras de estado", y al menos un "millón y medio de personas" (es decir, probablemente bastantes menos de 100.000) manifestándose.

Por cierto, si ustedes creen que hay más libertad de expresión en Cataluña que en el País Vasco sólo porque oficialmente no hubo terrorismo, quizá se equivoquen. Léanse el libro "Adiós Cataluña" de Albert Boadella y quizá se lleven alguna sorpresa. Disparos y cuchilladas incluídas.

Saludos.

2 comments:

Jorge Campo said...

Es curioso, porque dejé por ahí una reflexión prácticamente idéntica a gran parte de la de Roberto en un comentario perdido de otro sitio.

Si se me deja ponerle un pero pequeñito a Roberto diría que las falsas divisiones no las crea nuestra mente sino más bien son producto de un aprendizaje en el que se conjuga todo ello con un fenómeno sociológico, estudiado hasta la saciedad, que es la pertenencia al grupo y en la que se cae con toda naturalidad nada más poner la trampa.

Ya en un aparte, me resulta de interés esa alusión constante que hace el nacionalismo al sentimiento (en este caso catalán, pero podría ser de la nación que a uno le plazca) para explicar el por qué de su pensamiento.

Esto pensamiento resulta claramente falaz en su origen ya que los sentimientos en realidad no son la causa de nada sino el efecto de algo. Uno no llora porque está triste ni tampoco está triste porque llora. Se llora y se está triste porque nos dejó la novia, tuvimos un accidente, nos regañó el jefe, etc.
Para los nacionalismos, el sentimiento (léase como "EL" sentimiento en sentido de originador único) "explicaría" de dónde le viene a uno el ideario. En algunos casos he leído eso de "soy independentista porque me sale de dentro" pero en general es curioso ver que aunque les pongas la inconsistencia del razonamiento delante no cambian (es muy humano y también nos pasa a los demás). Así, por poner el caso, si preguntas si su independentismo no es relativo, poniéndoles en la tesitura de qué les pasaría si se hubieran criado en un pueblo de Albacete, en prácticamente todos los casos contestan correctamente que serían albaceteños, pero como no es el caso, son independentistas. Fin de la conversación.

Dos detalles de interés sobre el tema de los nacionalismos:
-Al nacionalista más radical lo puedes poner fácilmente de tu lado si lo matas a cariño y le das un excelente trato(o sea como a todo ser humano. ¿Qué raro no?) y por supuesto no le tocas las narices con el temita (lógico).

-Nunca entres al trapo y te pongas en el mismo nivel, esto es, al nivel de tratar de justificar el españolismo contra el catalanismo o al revés.

No se trata nunca de que un nacionalismo u otro son mejores, superiores o iguales. Se trata de que todo nacionalismo, por su propia naturaleza es dañino.
En estos casos conviene siempre parar al contertulio que utiliza los argumentos de "nosotros" y "vosotros" y reconvenirle a que no hay tales términos y que ambos estamos antes que eso, en el mismo bando, o sea el humano.

Paro aquí porque tengo cuerda para rato. :)

Betawriter said...

Gracias por tu comentario, Jorge. Sí, siempre hay que parar los pies a esos "debates"; son totalmente estériles y no sirven para nada. Efectivamente, el nacionalismo también se cura con cariño. Casi todo el nacionalista de turno acaba siendo alguien se siente (artificialmente) "discriminado" o "herido", deseoso de un poco de comprensión.

¿No es curioso que haya tanto nacionalista hijo de emigrantes? ¿No será un mecanismo de defensa ante una familia que tuvo que abandonar su antigua tierra de origen y en la que esa familia no tiene verdadero arraigo e integración? ¿Una especie de odio y rencor acumulado? Es un fenómeno bastante curioso.

Efectivamente todos los nacionalismos son igual de malos, pero no es esa la imagen que del nacionalismo tenemos en España. Hay uno malo, horrible, demoníaco, y otros modernos, progresistas y "necesarios".

Saludos.

Saludos.