10 July 2012

América, CEOs y vinos de Calatayud


Durante una visita a Estados Unidos estuve alojado en casa con una familia que alojaba a estudiantes y trabajadores. Vivíamos: el matrimonio, tres estudiantes y trabajadores y, a veces venían de visita las dos hijas. También vivía la abuela, de más de 80 años, que estaba de visita porque vivía en Australia, y había venido sola en avión a pasar una temporada. Durante algún tiempo se fue a la costa contraria a ver al resto de la familia, también ella sola.

La casa era grande y estaba a un paseo de la de Steve Jobs, pero 6 personas siguen siendo 6 personas, y la abuela compartía baño con nosotros. En la casa trabajaban dos chicas sudamericanas que venían una vez a la semana a hacer una limpieza general, y otro hispano que se encargaba del jardín y la piscina (que nadie usó en los meses que estuve).  La abuela iba y venía a misa en taxi todos los días. El matrimonio apenas estaba en casa.

El caso es nunca hubo conflicto alguno en la convivencia, y el matrimonio (y especialmente la abuela, que se pasaba gran parte del día sola) estaban encantados. De hecho, echaban de menos al español anterior, que estaba casi siempre en la piscina y les hacía tortillas de patata. A mí me invitaban a participar en sus conversaciones a menudo y a tomar algún vino de vez en cuando. Me sorprendió que uno de los vinos que habían comprado en una cesta carísima de vinos era español y me dijeron que le echara un vistazo: resultó ser un vino de Calatayud (Zaragoza). Vinos que aquí generalmente no conocemos o incluso despreciamos. Qué cosas.

Nunca tuve claro por qué alquilaban habitaciones a tres personas jóvenes. ¿Lo hacían por avaricia, porque no les importaba, o porque se sentían solos? A pesar de que se tilda a los americanos de derrochadores, creo que la razón era que no querían ver tres habitaciones de su casa desaprovechadas, vacías. Si no les importaba, e incluso les animaba que hubiera gente por la casa, ¿por qué no ganar un dinero extra con ello? Nótese que la casa no tenía alarma, ningún cuarto de la casa tenía llave y, como digo, muchas veces no había nadie en casa.


La verdad que la diferencia de lo que es "vivir bien" y la confianza entre las personas es tremenda de cultura a cultura. ¿Se imaginan la situación en una familia española?

El marido se sentaba a menudo conmigo a tomar algún vino, me preguntaba y charlábamos de temas de actualidad, de España, de Europa. Él había viajado mucho y me dijo que Europa y especialmente España, Italia... ya no son lo que habían sido en el pasado; que se habían vuelto unos lugares carísimos, desorbitados, fuera de la realidad. Le gustaba la dieta que yo llevaba (muchas frutas y verduras): me lo dijo y la copió durante un tiempo, pero finalmente se rindió a la comida de siempre; a veces hablábamos de los deportes que practicábamos y de noticias del periódico.

Nunca hablamos demasiado de nuestros trabajos ni indagué para ver a qué se dedicaba. En un lugar donde todo el mundo se mueve por intereses, creo que lo agradeció.

Días después de marcharme me añadió él a mí a una red social de contactos profesionales. Entre su extenso currículum, figuraba haber sido CEO de una conocida empresa americana que, durante su mandato, fue comprada por una cifra astronómica por la que es quizá la empresa de comunicaciones más grande del mundo.

En definitiva, sin yo saberlo, me había estado tomado unos vinos de Calatayud y charlado a diario con alguien por quien, como es habitual en América, muchos matarían por hablar unos minutos. Y lo que es mejor: sin importarnos a ninguno de los dos.

Saludos.

1 comment:

Anonymous said...

y quién era ese alguien?